miércoles, diciembre 16, 2015

NOSOTROS, LOS OTROS

El cuerpo de este texto data de 2010 y buena parte de él fue motivado por un viaje al territorio europeo en aquel año... Incluso, sin recordarlo del todo, creo que una versión primigenia de éste ya había visto la luz por aquí. Lo retomo ahora porque el tema de la migración, particularmente de la árabe y africana hacia Europa, ha vuelto a cobrar relevancia.

Partamos de la idea lógica, somos nuestros padres, al menos en la misma mediada que ellos son los suyos y nuestros abuelos lo fueron antes que ellos. Es decir, somos nuestra raza; las costumbres que heredamos, las tradiciones que practicamos, la religión que profesamos o de la cual renegamos, los esquemas sociales que desde la infancia mamamos.
            Somos nuestra raza, sí, pero somos también los otros.

En los tiempos que corren hablar de razas puede resultar, cuando menos, incorrecto, pero increíblemente actual; en Estado Unidos el ridículo Donald Trump se alza como portavoz de las posiciones más recalcitrantes de la doctrina Monroe. En Europa, particularmente a raíz de los atentados de principios de año y los más recientes en Paris y la crisis de los refugiados sirios, las voces se alzan para radicalizar las leyes migratorias.
            Obviamente, enmarcar estos conflictos únicamente en  una cuestión de razas es, cuando menos, simplificarlos hasta el absurdo, se nutren de razones económicas, sociales y culturales que van mucho más allá del color de la piel o de la religión profesada. Ello es cierto, como cierto es que también la raza está presente en ellos, más propiamente, el encuentro de las razas – culturas.

En nuestro reducido mundo occidental es absurdo pretender hablar de razas – culturas puras, sea por imposición o elección, nuestra cultura y formas de ver el mundo están marcadas por una historia de mestizaje (los árabes dominaron la península ibérica por casi ocho siglos, España tiranizó sus colonias americanas por poco más de 500 años) y por un presente de migración.
            Salvo casos de endogamia enfermiza (como la que priva con excepciones, por ejemplo, en buena parte de la autonombrada nobleza europea), que produce hemofílicos, prognatas e idiotas genéticos; nuestra sociedad es hoy una mezcla de razas – culturas, un enorme caldero multicultural y pluriétnico.
            Nos nutrimos de los otros y no es ésta una afirmación únicamente económica; nuestra forma de ver el mundo cambia conforme entramos en contacto con otras visiones del mañana.

La reconquista
Los Mexicanos en Estados Unidos
Cada año ingresan en territorio estadounidense cerca de un millón de inmigrantes ilegales, de estos, la inmensa mayoría son latinoamericanos y casi la mitad mexicanos. En términos estadísticos, uno de cada cuatro mexicanos tiene un familiar o conocido trabajando como ilegal en los Estados Unidos.

En los últimos años el perfil de estos migrantes ha cambiado sustancialmente, no es ya el hombre del campo que va a trabajar en los cultivos, sino el joven profesionista que termina laborando en el campo de la construcción o de servicios, es decir; albañiles, garroteros y meseros con título.
Esta transición se explica fácil y es, también, producto de la migración. A partir de la segunda mitad del siglo pasado las personas empezaron a abandonar las comunidades agrícolas para iniciar el lento pero sostenido éxodo a las ciudades. Los países latinoamericanos, de ser esencialmente agrícolas, se transformaron en sociedades urbanizadas… Mal urbanizadas.
            La carencia de servicios básicos, la inexistencia de una política eficaz e integral para afrontar el repentino crecimiento de la población urbana devino, obviamente, en el incremento de la miseria y la cancelación de oportunidades de educación, empleo y desarrollo para los habitantes de las ciudades en general y para los migrantes en particular.
            A ello deben sumarse políticas encaminadas a la degradación del Estado. Durante los últimos 26 años la generación de empleos, en comparación con el crecimiento de la población en edad laboral, ha sido negativa. En el mismo periodo, para quienes consiguen y mantienen un empleo en el mercado formal, el salario real ha caído en poco más de un 200% frente a la escalda de precios.
            Así, los descendientes de los migrantes urbanos tomaron el mismo camino que sus padres… Caminar para buscar una mejor vida.

Las cifras no son exactas y sólo pueden darnos una idea muy aproximada de la realidad. Cientos o tal vez miles de migrantes fallecen en el camino… Asfixiados en vagones o contenedores de traileres, cansados y deshidratados en el desierto, ahogados… Asesinados por alguno de los incontables grupos de odio que proliferan a lo largo de la frontera.
            De quienes lo logran, miles son capturados por la patrulla fronteriza y repatriados (aún si son centro o sudamericanos) inmediatamente a través de los pasos de Laredo y Ciudad Juárez (que conectan EUA con México).

Los migrantes latinoamericanos (mayoritariamente mexicanos) en Estados Unidos se encuentran, principalmente, en los estados fronterizos como Texas, California o Florida y las grandes urbes como Nueva York y Chicago. Los latinos son, en la actualidad, la primer gran minoría en el vecino del norte y en ciudades como Los Ángeles, representan la mayoría de la población.

La otra colonización
Árabes y africanos en Europa
Latinoamérica (en particular, México), si bien el primer expulsor de migrantes en el orbe, no es el único. Anualmente cerca de dos millones de habitantes de los países árabes y, principalmente, africanos emigran de manera ilegal hacia Europa. Como el caso americano es fantasioso ubicarlos únicamente como campesinos en estado de miseria, muchos de ellos son jóvenes urbanos con preparación académica que buscan una mejor vida.
Las razones de la migración árabe y africana son similares a las de la migración americana… Similares y completamente distintas.

África y el Medio Oriente son regiones marcadas por la violencia, sea que ésta provenga de regímenes despóticos, de guerrillas que hace mucho perdieron de vista las razones de su origen o por la ocupación y constante amenaza de potencias extranjeras, llámense éstas Estados Unidos o Israel.
En la actualidad, al menos un cuarto de la población africana y un tercio de los habitantes de los países árabes sobreviven en campos de refugiados, en espera de regresar a sus lugares de origen o escapar de su cotidiana pesadilla, rumbo a mejores tierras.
Los caminos de la migración árabe y africana los llevan hasta la reja que separa los territorios del Medio Oriente y Europa o a través del mar mediterráneo en embarcaciones que, la más de las veces, son apenas troncos mal unidos.
            De nuevo las cifras no son exactas, no pueden ser exactas... Decenas, tal vez centenas de miles mueren anualmente ahogados por la marea o asesinados por el calor, el hambre y la sed.
            Quienes sobreviven y son capturados, se ven trasladados a los campos de internamiento para inmigrantes ilegales; modernos campos de concentración donde miles esperan hacinados su inminente deportación.
A esta marea, debe sumarse la migración proveniente de las antiguas repúblicas soviéticas y su área de influencia, quienes a raíz de las reformas de la Prestroika y la caída de socialismo real, vieron su economía derrumbarse ante las leyes del mercado y sus sueños de futuro morir entre conflictos separatistas e interétnicos.

Si bien la presencia de migrantes árabes, africanos o centroeuropeos es una constante en todos el territorio de la Unión Europea, la mayor concentración de éstos se encuentra, principalmente, en las grandes urbes de países como España, Francia, Alemania e Inglaterra.

Construyendo y Reconstruyendo el paisaje
Es sencillo identificar la imagen del emigrado con la del marginado social, asociar su presencia a los índices de delincuencia y repetir, junto al coro de la ignominia, que una frontera sellada es sinónimo de seguridad en el hogar... Es sencillo, pero es mentira.
            Repetir desde cualquier punto el concierto de falacias, es negar las razones reales de la migración y, por tanto, el papel que las grandes potencias industriales y económicas jugaron en el origen de todo esto.

El apoyo del gobierno estadounidense y de no pocas administraciones de países europeos, a regímenes despóticos es y ha sido una constante histórica. Regímenes que cobraron una sangrienta relevancia durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX en América Latina y continúan haciéndolo en África y Medio Oriente, siempre bajo la mirada complaciente de los gigantes del Norte.
            A ello debe sumarse la imposición de políticas económicas desde los organismos financieros bajo control del gran capital, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano del Desarrollo. Quienes condicionan sus apoyos económicos a la adopción de políticas privatizadoras y de reducción al gasto social de los gobiernos.

Repetir desde cualquier punto el concierto de las falacias, es negar las razones reales de la migración y, por supuesto, su papel real. Porque la economía de las grandes potencias económicas e industriales se yergue sobre cimientos de piel morena y oscura. Es decir; sobre las espaldas de los migrantes.
            Con su trabajo construyen la prosperidad de las grandes potencias y su presencia da nuevos colores a las ciudades, comunidades y sociedades. Es ridículo reducir el fenómeno la migración a las estadísticas y datos económicos, porque, sobre todo, la migración cambia el mundo.
            A medida que la migración crece, crece también la riqueza cultural del orbe... A medida que encontramos y conocemos a los distintos, crece, por supuesto, nuestra capacidad de entender el mundo y cambiarlo.

Mario Stalin Rodríguez

Fuentes:
Armando G. Tejeda “Canarias: la ruta de la muerte”
Cristóbal Mendoza “La migración femenina”
Donna J. Haraway “Raza. Donantes universales en una cultura Vampira”
Fabiola Martínez “Notas sobre migración”
José A. Moreno Mena “Migración en la frontera Norte”
Ofelia Woo Morales “Las mujeres en la migración mexicana”
Ofelia Woo y José Moreno Mena “Las mujeres migrantes”

Sin fronteras IAP “México y sus fronteras”

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